¿Puede alguien entender el esperpento de la Sexta Noche?
Es una pregunta que me hago desde ayer noche, ya que no pude soportar ni el formato ni la nulidad de la casi totalidad de los participantes de ese esperpento televisivo.
Primero un poco de historia:
La gente llana y corriente, de pueblo o de ciudad tuvo antaño la capacidad de entender la vida, tal como discurría a su alrededor. Los humanos generaron su propia ciencia popular basada en la visión empírica del universo: mirando florecer las plantas, observando el cielo y la vida corriente de la gente (solo por citar algunos ejemplos), algunas mujeres observadoras aprendieron a ayudar a otras mujeres a dar a luz sin morir en el intento. Otras supieron mitigar el dolor usando las plantas. Los o las campesinos/as supieron intuir cuando se podía plantar y cosechar tal planta mirando al cielo y aprendiendo de los ciclos de la vida, junto a un largo etc. de valioso conocimiento.
De la observación, surgió el enorme caudal de información que se transmitía oralmente generación tras generación. Eso era la que se vino a llamar: “cultura popular ancestral”.
Todo eso y miles de cosas más, fue floreciendo con el paso del tiempo entre los humanos, que antaño estuvieron guiados por sus propios sabios, “chamanes”, brujas y curanderos/as. Gente que sin saber leer y escribir, había sido capaz de atesorar y transmitir conocimientos basados en la observación del universo que la rodeaba.
Como era de esperar, un mal día, la Santa Madre Iglesia llegó para quemar toda esa ancestral cultura (y también a sus divulgadores) con el pretexto de que la realidad del universo no era la que estaba a su alrededor, sino la que estaba ya escrita en su libro sagrado: la Biblia. Los sacerdotes del nuevo saber dejaron bien claro, que, por supuesto, la búsqueda de cualquier otra explicación era un pecado mortal castigado con la hoguera.
Los paganos, del latín “paganus” que significa “campesinos”, eran evidentemente analfabetos y no entendían todo ese enredo de la creación contado en la Biblia que ni podían leer. Cuando arando un campo, o cavando un agujero en tierra montañosa, uno encuentra una caracola fosilizada, puede pensar que en ese lugar ahora árido, hubo antaño un mar, por eso ha costado tanto entender que ese Dios bíblico que tan perfectamente había creado el universo en 7 días, se hubiese entretenido en sembrar de fósiles ciertos lugares desérticos.
En el siglo XVII (por suerte) floreció la investigación geológica que no pudo más que desmontar todo el entramado judeo-cristiano sobre la creación del mundo, y en Francia, tras la revolución de 1789, se creó la escuela republicana que enseñaría a las clases populares a leer, escribir, contar, y pensar. Algo muy parecido a lo que llegó a España en 1931 con los “maestros republicanos” que enseñaron en la misma línea que los republicanos franceses, a esa infinidad de analfabetos que poblaban nuestras tierras.
Un extracto de Wikipedia que ilustra el proceso: “Durante la República, se había llevado a cabo un conjunto de reformas que tenían como objetivo mejorar la calidad del sistema educativo y dignificar las tareas docentes de los maestros: se introdujo la coeducación y la enseñanza laica, se pusieron en marcha proyectos de modernización pedagógica, se crearon las cantinas y los comedores escolares, se dotaron los centros de gran número de bibliotecas escolares y aumentó notablemente el número de escuelas".
No creo necesario explicar el triste proceso de depuración educativa que se inició tras el golpe de Estado Franquista. Solo señalaré que la educación en España se convirtió en la clara mensajera de un régimen que penalizaba el “saber en libertad”. Esa y no otra es la herencia que aún defienden los nostálgicos fascistas que ahora acampan sin vergüenza alguna y con descaro en los platós de nuestras cadenas de TV.
(Por cierto, hice la mili obligatoria en la España de 1975 y teníamos un 35% de analfabetismo en los cuarteles. Voluntarios estudiantes nos dedicamos a enseñar a leer y escribir a decenas de compañeros. Fue lo único positivo que hice allí.)
Hasta donde hemos llegado:
Creo haber citado acertadamente la TV actual, porque es el punto de llegada de un largo proceso de destrucción cultural: Como ya he contado más arriba, primero la Iglesia Católica destruyó el ancestral conocimiento empírico del universo; durante un lapso corto de tiempo, la II República intentó reparar los desperfectos de siglos de oscurantismo; el franquismo mató de nuevo todo atisbo de saber, y ahora la educación popular se ha trasladado a los platós de Televisión donde se dice que se enseña aunque más bien se distrae al espectador, dándole carnaza mediática sabiamente mezclada con anuncios de juegos de azar (Bingo, Poker, etc.. ) que sirven para robar impunemente los pocos euros que tiene el pobre, en nombre del libre mercado que vende sueños inexistentes.
Cuando se alcanza semejante nivel de destrucción cultural, lo que antes llamábamos “pueblo soberano” pasa a ser “populacho desinformado”. De ahí el ya tristemente famoso: “¡A por ellos!”, y las llamadas a “salvar España” (no sé muy bien de que). Si nuestra España (que nunca ha sido solo de ellos) tiene que ser salvada es de los que se apropian de su riqueza y su vida (condenando a la gente a la indigencia) además del bien público para engrosar su bolsillo y su EGO.
La terrible e insultante intervención del representante de Vox, el vergonzoso regateo de sillones, y la mentira generalizada de unos advenedizos me impidieron seguir el debate de ayer en la Sexta.
Lo siento, no vine a este mundo para que una cadena putrefacta inunde mi comedor con volquetes de mierda hedionda disfrazada de “debate”. Antes de vomitar, apagué la pantalla y me fui a leer…
Helio Yago.