Hace tres años quedé con mi pareja en Avignon (Aviñón se pronuncia en Castellano) para juntarnos en las vacaciones de verano. Salí de Valencia en un tren Talgo en dirección a Barcelona, bajé en la estación de Sants, donde debía tomar un AVE que salía de Madrid y acababa en Marsella. El tren pasaba evidentemente por Girona, cruzaba el pirineo por un nuevo y largo túnel, pasando luego por lugares que yo conocía bien: Narbonne, Montpellier, Nîmes, etc.. tenía una parada en Avignon donde debía apearme, ya que allí me esperaba mi compañera.
Un problema surge cuando bajo al andén de Barcelona-Sants, donde se nos informa por altavoces que el AVE que vienen de Madrid, debe sustituirse y todos los viajeros apearse para subir a otro tren AVE que saldrá cuanto antes hacia Francia (el nuevo tren está parado en el mismos andén justo enfrente). No creo necesario contaros la que se lió con las más que justificadas protestas de los viajeros salidos de Madrid que tenían sus pertenencias ya acomodadas en el AVE que acababa de llegar. Tenían que bajar sus bultos, maletas, bolsas, ropa, etc…
En medio de barullo que se lió, pregunté a un muy amable interventor de RENFE o ADIF: ¿Por favor me puede decir que pasa? y obtuve la siguiente respuesta: Señor, tenemos un problema, hay una puerta del tren que no funciona bien, y como los franceses son muy exigentes con todo lo que afecta a la seguridad, no tenemos más remedio que cambiar de tren, ya que nada más entrar en Francia al no cumplir las condiciones de seguridad que allí se exigen se nos habría impedido seguir. Por eso, han decidido acertadamente cambiar de tren antes de salir de la estación de Sants… Poco puedo añadir a eso… Que cada cual saque sus conclusiones si le apetece...
Una vez cambiados de convoy los viajeros procedentes de Madrid, ya se nos autorizó a subir, y como todos teníamos plaza reservada, no hubo el menor problema en emprender ruta, cada cual ocupando su reserva… Yo tenía un asiento individual y al otro lado del pasillo en un doble asiento, había un chico joven de pelo largo, solo y de rasgos simpáticos al que simplemente saludé.
Quise quitar importancia a lo ocurrido, y para ello, estuve intentando apaciguar a pasajeros madrileños, franceses y catalanes que se quejaban del retraso provocado por la dichosa puerta… El caso es que de forma natural, estuve usando los tres idiomas y me di cuenta que ese chico joven que viajaba al otro lado del pasillo me observaba con mucha atención… Al poco rato el chico se dirigió a mi, y me preguntó: ¿perdone mi atrevimiento pero le he oído hablar y me gustaría saber si es usted catalán, francés o español?
Me hizo mucha gracia, y le dije: soy valenciano nacido en el interior, es decir en la zona castellano-parlante. Me he criado y he cursado mis estudios en Francia. También he trabajado muchos años en Cataluña, por eso hablo habitualmente los tres idiomas. Son alegrías que depara la vida y me alegro de poder charlar con la gente en los tres idiomas…
Acto seguido me preguntó si yo podría ser tan amable como para responder a algunas de sus dudas… Por supuesto que si (le dije), y entablamos una amena conversación.
Me comentó que era andaluz (se le notaba en el acento), y que había conocido a su novia francesa en la universidad donde el preparaba su doctorado, y donde ella había terminado un post-grado. Me explicó que él se acababa de doctorar en su carrera y que nada más regresar a Francia ella había obtenido una plaza de profesora en su universidad. Luego de eso, ella le había convencido de mandar sus títulos para postular a una plaza en la misma universidad francesa que ella, cosa que había hecho, y “extrañamente”, él viajaba a reunirse con ella y vivir juntos al tiempo que iba a mejorar su francés durante el verano, ya que le habían admitido como profesor en la misma universidad que su futura mujer. El chico estaba realmente dudoso y perdido porque no entendía en absoluto como era posible que él, que se consideraba un “don nadie” recién doctorado en España, pudiera obtener una plaza en Francia simplemente por méritos académicos… Entró en detalles privados sobre sus orígenes humildes, y en resumen me vino a decir textualmente que en España y tras doctorarse alguien como él en su universidad, el hecho de encontrar una plaza de profesor en su campo, era absolutamente impensable. Me insistió en afirmar, y esas fueron sus palabras: En España, para encontrar trabajo, solo tengo dos posibilidades en mi tierra, y yo no cumplo con ninguna de las dos: o ser hijo de catedrático, o tener mucho enchufe con mi director de tesis. De no ser así, no hay nada que hacer. Sin embargo ahora me encuentro con una plaza de profesor de universidad en Francia… Usted que conoce el país: ¿Me puede explicar el por qué?
A lo que le respondí: Mira, cuando yo era crío en España (hace 60 años), ya pasaba lo mismo que me estás contando ahora mismo. Por desgracia, España NO ha cambiado por mucho que algunos nos quieran vender una falsa igualdad democrática. Aquí, o tienes padrino o nadie te bautiza. Por suerte en otros países como Francia (y hay muchos más), el que vale vale, y como al parecer tu vales, pues te han contratado, cosa que es (aunque no te lo creas) la más lógica del mundo. Y ya que pides mi opinión, te diré que has hecho lo más acertado que podías hacer: dejar atrás una sociedad con muy malas costumbres incrustadas, que no ha sabido evolucionar. Venirte a vivir a un país donde se te va a valorar por lo que eres y puedas aportar es la mejor respuesta a tu situación..
El tren llegó a su destino, nos dimos un abrazo, y nunca he vuelto a saber de él… Solo sé que cuando bajó del tren iba mucho más tranquilo tras nuestra conversación… Ni siquiera intercambiamos nombres, ni contacto, pero estoy convencido de que era una buena persona que ya habrá alcanzado sus metas profesionales por méritos propios, fuera de los habituales cauces paralelos que aún siguen anclados en nuestra sociedad enferma de ese virus contagioso que es el sempiterno “enchufe” que sigue corrompiendo casi todas nuestras instituciones…
Helio Yago.
PS: os doy mi palabra de que todo lo escrito en este pequeño texto, es absolutamente cierto. Por mucho que me entristezca admitir que mi país sigue siendo lo que lleva décadas siendo...