Como viví la toma por Marruecos del Sahara español
Posted by admin on 20 Mar 2022 in Borrador de Memorias
Yo llevaba 2 años de viajes por Europa con la guitarra al hombro, y aunque en el verano de 1974 estaba felizmente en Berlín, tuve que regresar a España al cumplir los 21 años. Debía asumir la ineludible obligatoriedad de hacer el servicio militar. Regresé en tren y fui reclutado para presentarme en el cuartel de Marines donde se nos impuso el supuesto adiestramiento y la jura de bandera en diciembre. Una experiencia muy desagradable por no llamarla infernal.
Tras pasar tres meses en Marines regresé a casa por Navidad y me dieron como destino la Infantería en el cuartel de Bétera al que tenía que presentarme el 2 de enero de 1975. Ese cuartel es hoy en día la base central de la OTAN para el Este del Mediterraneo. Aunque en 1975 era solo un cuartel de caballería mecanizada junto a una dependencia de tanques de Infantería (el término militar para definir esos monstruos era «Carro de Combate»). Allí me incorporé.
Desde el primer día, los pocos que teníamos pasado de estudiantes universitarios fuimos marcados negativamente: al franquismo no le gustaban los que habían aprendido a pensar. Descubrimos con asombro que el 40% de los soldados incorporados eran analfabetos. Así que los que teníamos estudios universitarios fuimos “condenados” a alfabetizar toda la compañía. Aunque esa labor se nos impuso como “castigo”, reconozco que fue la experiencia más gratificante, placentera y útil de “mi servicio a la patria”.
Por el hecho de saber leer, mi porvenir en las fuerzas armadas estuvo fijado sin preguntarme si era de mi agrado: Me asignaron el rol de ser jefe de tanque (eso personaje que va de pie en la torreta y manda a los otros 4 miembros de la tripulación) por lo que tenía que hacer y aprobar (si o si) el curso de Cabo y luego el de Cabo Primero. Requisito imprescindible para cumplir con sus expectativas. Así que eramos 100 soldados destinados a manejar esos famosos 20 tanques que el Capitán General de la tercera región militar (Un tal Jaime Milans del Bosch y Ussía) tuvo a bien sacar a las calles de Valencia durante el golpe de estado del 23F 1981.
Entre mediados y finales de enero 1975 (no recuerdo exactamente el día), ya entrada la madrugada, sonaron las alarmas y los gritos típicos de un cuartel en alerta. Nos tuvimos de vestir a la carrera con “uniforme de faena” y salir al patio a formar… Aquella oscura noche de enero, en la llanura de Bétera caía una llovizna unida a un viento helado. Ateridos de frío y empapados por la lluvia aguantamos la típica arenga militar sobre la patria que nos reclamaba, el valor del soldado fiel a su bandera, y demás bravatas de similar índole. Se nos contó que el asilvestrado vecino (El rey Hassan 2º de Marruecos había iniciado “la Marcha Verde”). Una marcha compuesta por miles de marroquíes encabezados por su rey habían salido desarmados y andando a tomar posesión de la que era colonia española en el Sahara.
Nosotros, soldados españoles, defensores de la patria y de su honor, cumpliendo con nuestra sagrada obligación, debíamos partir con los carros de combate a enfrentarnos con las asilvestradas huestes marroquíes para defender el amado suelo español.
Helados y empapados, seguíamos formados en el patio. Los mandos ordenaron descanso y se largaron a esperar instrucciones. Nosotros la tropa, empezamos a hablar entre tripulaciones y la mayoría (por no decir todos) opinábamos que ni esa era nuestra guerra, ni se nos había perdido nada en esa tierra, así que NADIE quería ir a matar marroquíes y menos aún a morir en esa tierra desconocida. Más de la mitad de nosotros ni sabía de la existencia de esa colonia…
Ya en aquellos tiempos era evidente que, aprovechando la debilidad de un Franco enfermo y ya casi moribundo (fallecería el 20 de noviembre de ese año), el Rey Hassan II había decido dar ese golpe de fuerza a sabiendas que el ejercito español descabezado y mal equipado (con armas obsoletas) no estaba en condiciones de entablar un conflicto…
Así que al final de la noche nos devolvieron al dormitorio alegando que el alto mando había enviado al Sahara otro batallón de carros de combate (ubicado en Zaragoza) equipado con los ya famosos y entonces modernos AMX-30 franceses. Los monstruos nuestros, M40 americanos comprados a USA tras haber servido en la década de los años 50 en la guerra de Corea, solo podían servir para asustar a la población local, cosa que hicieron en 1981 al ocupar el centro de Valencia.
Si bien, en 1975, no se hizo nada por proteger la libertad de esa colonia española, y aunque Felipe González prometió acatar el mandato de la ONU que otorgaba a los habitantes de esa parte del Sahara el mismo derecho que a toda ex-colonia: la autodeterminación. Si bien Felipe González inclumplió su promesa, el gobierno de Pedro Sánchez ha consumado el último peldaño de una traición al derecho internacional. Esa misma traición que inició en 1975 el último gobierno del dictador Franco.