Mi visión sobre la huelga de taxis
El “libre comercio” es un concepto que nace más o menos en el siglo XVIII y ha ido creciendo de forma exponencial. La primera tímida implantación se inicia en Gran Bretaña, pero la realmente fuerte, potente y definitiva se desarrolla en USA tras independizarse el continente americano.
Ese Estado de Estados, declara el libre comercio y la propiedad privada como valores esenciales e intocables. Desde su fundación se nos dice que el mercado se regula solo, negando toda intervención del Estado, salvo para preservar a la sociedad de abusivos monopolios.
Al poco tiempo, Europa adopta esas mismas reglas económicas liberales y vive ahora sumida en una contradicción que tiene que resolver cuando antes. En Francia (por citar a un país conocido y cercano), existen aún empresas consideradas de interés “estratégico”. Por ejemplo: EDF (Electricidad De Francia) y GDF (Gas De Francia) son compañías estatales, al igual que lo es la SNCF, equivalente francés de nuestra RENFE. Renault también es estatal, pero ya están fijadas las fechas de caducidad de esas empresas estatales, porque así lo quiere el nuevo sistema donde siguiendo el modelo americano, TODOS los sectores quedan abiertos a la libre competencia, incluso el de la salud (Uno de los más rentables, por cierto).
No olvidemos tampoco que en USA, y desde su nacimiento como país, el ferrocarril ha pertenecido siempre a compañías privadas que ofrecen sus servicios en libre competencia. En plena expansión del tren, no era nada raro ver allí a dos compañías creando sus propias estaciones y vías para ofrecer exactamente el mismo trayecto entre dos grandes ciudades, compitiendo en horarios, precios, etc. Ahora han mejorado la rentabilidad y se han ido repartiendo el mercado, pero el espíritu que llevó a eso, sigue siendo el mismo.
Estando en visita de trabajo por Chile en 1994, recuerdo que en las calles de Santiago había infinidad de cabinas telefónicas de diversos colores, porque pertenecían a diversas compañías (algo impensable en España en aquellos años). Ahora mismo, aquí, aunque el cableado terrestre pertenezca a Telefónica, uno puede contratar su teléfono fijo con la compañía que quiera, sin hablar ya de los móviles que al no requerir cableado alguno, son aún más sencillos de migrar entre compañías. Siguiendo con esa economía liberal, una empresa cualquiera puede competir con RENFE (o ADIF) haciendo rodar sus propios trenes sobre las vías españolas (Pagando, claro está). El monopolio de volar en España ya no es de Iberia, y quien pague derechos a AENA puede aterrizar y despegar sus aviones desde cualquiera de los aeropuertos españoles.
Nos guste o no, es la ley del mercado que se ha convertido en normal legal para TODA Europa. Yo solo intento entender y explicar un modelo económico que vino para quedarse. Este no es lugar para defender o atacar el modelo de economía, pero insisto en que es conveniente entenderlo antes de lanzar opiniones de “cuñado” tomando un tercio en el bar de la esquina.
Recordemos que en tiempos no muy lejanos aún (durante la Dictadura Franquista, para ser exactos), España sufría un enorme déficit en infraestructuras de transporte urbano y de cercanías. Ese mismo déficit era aún más escandaloso en grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, etc. Por eso mismo, las autoridades de la época daban licencias de taxi a mansalva: era el único medio de transporte que la gente podía usar para ir al hospital o a visitar a su familia.
A medida que hemos progresado, Valencia (por ejemplo) ha visto aparecer más (muchos más) y mejores autobuses, un metro (que antes no existía), el nuevo tranvía, y por supuesto el coche particular que ya lleva años atascando nuestras calles. El taxi ha sido muy a su pesar, una de las principales “víctimas” de las innegables mejorías de nuestro transporte público, sin olvidar la “democratización” del automóvil que hace, que rara sea la familia que no tiene ya más de uno…
Lo que el sector del taxi ya muy tocado (por todo lo dicho más arriba) no esperaba, es que llegaran compañías como Uber o Cabify (y otras) a comerles una parte de los restos de ese pastel. Sin embargo, guste o no guste, es lo que nuestros gobiernos han decidido aceptar al entrar en esa Europa en la que las leyes neo-liberales del mercado, vienen a decir alto y claro que en cualquier el sector económico, no solo “puede”, sino que “debe” existir competencia, para beneficiar al consumidor. Repito que no estoy defendiendo lo que dice Europa, me limito a explicarlo. Tampoco creo que la competencia vaya siempre en beneficio del consumidor, pero bueno, es lo que Europa dice. NO olvidemos NUNCA que eso es lo que ha votado la ciudadanía (incluyendo los taxistas).
Por consiguiente, el problema que estamos viviendo hoy en España con la huelga de taxis, por justa o injusta que parezca, no es culpa de decisiones tomadas por algunos ayuntamientos. La única responsable del desaguisado es esa legalidad que impone que todo mercado se rija por la competencia. Por consiguiente, al igual que las compañías aéreas han tenido que adaptarse al desembarco de las Low-Cost (Ryanair, Easyjet, etc.) el colectivo de taxistas tendrá que adaptarse a la llegada de esos servicios que tanto les molestan. Por muy justas que sean o parezcan ser sus quejas, no se arreglan ni en Ayuntamientos ni en Comunidades Autónomas. Son reglas europeas y si se quieren cambiar será votando a quienes nos defienden ante la economía neo-liberal. En ningún caso se arreglará quemando coches de otros trabajadores o bloqueando ciudades…
Evidentemente, cuando hay competencia, se debe exigir que se cumplan unas mínimas reglas de igualdad de condiciones (impuestos, tasas, controles, etc.) pero negar la evidencia no la hace desaparecer: el sol sale para todo el mundo cada mañana, y seguirá saliendo por mucho que pudiera molestar al mundo del taxi…
En resumen, estamos ante una contradicción kafkiana: si uno vota a quienes defienden una economía neo-liberal, que no pretenda exigir luego que no se aplique dicha política económica...
Helio Yago.