En el país de la vergüenza...
Ayer los súbditos del reino de España, tuvimos que sufrir en nuestras propias carnes insultos y vergüenzas provocados por varias noticias de indigno calado.
La señora Cifuentes dimitió de su cargo al frente de la Comunidad de Madrid provocando el jolgorio de las redes sociales. Muchos olvidaron que, si bien se había negociado con ella la salida de ese puesto, seguía al frente del PP de Madrid. Cuesta entender que pueda seguir representando a un partido político alguien que en un estado supuestamente “democrático” ha faltado a las más elementales reglas de la ética: ha mentido y engañado de forma reiterada, al tiempo que ha cubierto de oprobio la credibilidad de una universidad pública. Perjudicando con ello, no ya a muchos profesores dignos, sino a todos los alumnos que allí han cursado sus estudios. Nunca sabremos que clase de basura anida bajo las alfombras del poder, para justificar ese despropósito.
También por oscuras negociaciones de pasillo, “las pensiones” se revalorizarán siguiendo el IPC (como siempre había sido hasta que el PP llegó al poder). Esa argucia maquiavélica urdida en algún oscuro pasillo entre dos partidos conservadores: PP y PNV, es otro más, de la larga lista de engaños que padecemos a diario. El acuerdo garantiza la subida de pensiones para este año y el siguiente (2018 y 2019), y por supuesto, se guardan mucho de decirnos lo que va a pasar después.
Es lo que se suele llamar en lenguaje castizo: “matar dos pájaros de un tiro”. Por un lado el PP contentará a gran parte de su electorado con esa concesión. Por otro lado, quienes mandan en Euskadi contentarán a los muy combativos jubilados vascos. Ambos se aseguran en parte la temporal fidelidad de sus parroquianos, y el que venga después, ya se las ventilará con los dictados de la Troika y el FMI. Dicho de otro modo: pan para hoy, hambre para mañana.
Lamento mucho decepcionar a algunas plataformas ciudadanas que se han apresurado en atribuirse el mérito de esa temporal mejoría de las pensiones. Señoras y señores, están ustedes muy equivocados: la subida no es más que una argucia de palacio entre dos maestros de la intriga y el engaño. No le den más vueltas: solo es eso, y nada más. En 2020, los pensionistas, ya desmovilizados, y que aún disfruten del privilegio de estar vivos, tendrán que volver a pisar las calles de este país para intentar recobrar su mancillada dignidad. Estamos ante un descanso en la partida de poker en la que unos trileros bajo mandato de los de siempre, han decidido aplazar la destrucción de cualquier atisbo de bienestar en el futuro de nuestros mayores. Ojo al lector, he dicho bien "aplazar", no anular esa terrible medida destructiva...
El más escandaloso hecho que ayer hizo temblar el asfalto de nuestras calles, fue esa vomitiva y vergonzante sentencia emitida contra los integrantes de la autodenominada “Manada”. Podremos estar escandalizados (con razón) contra unos jueces, pero nunca olvidemos que quien manipula, retuerce, ajusta y trastoca el Poder Judicial, es siempre el gobierno de turno. El Poder y sus cloacas, hacen (como de costumbre) un uso indiscriminado de la mentira y el engaño para mantener en sus puestos a quienes hace años deberían haber abandonado la magistratura.
Toda estructura política tiene dos funciones fundamentales: tomar el poder, y mantenerse en él a cualquier precio. La mentira y el engaño son sus armas, y las usan con maestría. Cuando ya no basta con mentir a la ciudadanía, aparece la “Razón de Estado” que lo justifica todo: Desde la inmunidad absoluta de reyes y próceres de la Patria, hasta las del alcalde de turno y el juez amigo, pasando por los contratos de venta de armas a regímenes deleznables, y un largo etc. de lindezas similares.
Si ya les importan una mierda conceptos tan sagrados como la libertad (que incluye la libertad sexual), la igualdad (¿en que lugar queda la igualdad de derechos de las mujeres?), ¿como van, un Estado y su judicatura, a respetar la dignidad de una chiquilla de 18 años brutalmente violada por una “manada” de lobos sin conciencia?
Tenemos que abandonar esa candidez inculcada que nos ha hecho pensar que el Estado existe para servir a las personas. Desgraciadamente, es al revés. Las personas estamos ahí para obedecer al Estado omnipresente. Cuando por casualidad olvidamos esa premisa, El Poder tiene muchos medios para recordarnos su existencia y amordazarnos: la policía, los tribunales, el ejercito y la ley (que no es otra cosa que SU ley).
Ayer alcancé los 65 años, y no me sentí viejo, porque sigo creyendo que es posible salir del putrefacto estado de descomposición ética en el que estamos sumidos. Si una minoría de seres humanos ha sido capaz de esclavizar a la mayoría, tiene que haber algún modo de romper esa maldición histórica. Se da el caso de que, no solo existe el modo, sino que depende exclusivamente de nosotros, ya que ni Dios, ni los marcianos vendrán a liberarnos de la tiranía.
En estos momentos, recuerdo con mucho cariño algunos textos que personas de otros tiempos nos legaron y que merecen ser rescatados del olvido: el artículo 35 de la constitución francesa de 1793, dice textualmente: “Cuando un gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es, para el pueblo y para cada individuo de ese pueblo, el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes.”
Helio Yago.