Dejemos de ser pusilánimes...
Para quienes no entiendan la palabra “pusilánime”, pongo la definición de la Real Academia de la Lengua: “Dicho de una persona con falta de ánimo y valor para tomar decisiones o afrontar situaciones comprometidas.” Definición que le va como un guante a este país: tanto a quienes tienen el poder, como a quienes lo sufren.
España ha llegado a un punto en que ya no sirve el hacer dejación de funciones y/o compromisos. Sean quienes sean los que asuman el poder, deben imperativamente cumplir con lo evidente: estar al servicio de la ciudadanía y procurar que ella también esté al servicio de todos. El régimen nacido de la Constitución de 1978 está tocando a su fin, dejando apenas amargos rescoldos, y lo que es peor: presenta un escenario social que no permite hacernos ilusiones de futuro a corto y medio plazo. John Adams (segundo presidente de USA) ya dijo en su día: “Mientras que en cualquier otra ciencia se sigue investigando permanentemente, la de cómo gobernar un Estado se ha estancado. Hoy se entiende y se practica sólo un poco mejor que hace 4.000 años.”
Es cierto: el arte de gobernar, sigue siendo una sucia práctica anclada en el pasado, aunque la situación política española parece (de momento) muy cambiante. Solo podemos divagar a pocos días vista. Tal como se plantea el ajetreado escenario electoral al día de hoy (no sabemos que novedades nos depara el mañana), saldría un PP con apenas una estrecha mayoría muy alejada de ser absoluta, lo cual implicaría pactos de gobierno. Es posible que Rosita la de UPyD esté frotándose las manos ya que en un escenario (muy poco probable), puede tener importancia su voto junto al del PP: también es posible que a ese dúo de fosilizadas ideas, se le sumen otros parecidos: Ciutadans (Ciudadanos) para completar una simple mayoría, aunque todo queda dentro del marco de las hipótesis, ya que es tal el desgaste del PP, que desde que inició su caída libre y a la espera de que caiga más aún (de momento se sigue hundiendo), su presencia parlamentaria puede quedar reducida de tal modo, que ni aún pactando con Pedro Sánchez alcance a gobernar. Como no me imagino a IU pactando con el PP, descarto su participación en un escenario de gobierno conservador.
En todo caso, el parlamento va a cambiar, y no poco. Lo más probable es que cualquier opción de gobierno pase por Podemos; aunque el PSOE recupere votos, no va a poder gobernar sin pactos, y nadie se lo va a poner fácil, salvo el PP: que no es más que la otra cara de la misma moneda institucional: todo por la patria
Son meras conjeturas, pero cabe esperar solo dos salidas: o bien un pacto de Estado que permita formar gobierno a un amalgama de partidos “tradicionales”, o bien una ruptura constitucional dirigida por Podemos junto a (tal vez) una parte de IU. Los “tradicionales”, nos mantendrán en la misma situación que estamos ahora, porque abrazan los compromisos europeos que vienen a ser: los mismos recortes, estado de "malestar", paro galopante, educación y sanidad al servicio de los ricos, y un largo etc.. en resumen: algo bien conocido de todos, ya que llevamos años “disfrutándolo”. La opción "rupturista" con el régimen de 1978 encabezada por Podemos, marcaría un cambio de rumbo, aunque desgraciadamente no lo notaría sustancialmente el ciudadano en su vida diaria (durante unos meses al menos)...
Es tal el desastre actual, que solo para auditar y excavar en las profundidades de la fosa séptica en la que se ha convertido la contabilidad (A y B) de este estado, se necesitan: además de un ejército de expertos, meses y meses de trabajo durante los cuales, poco o nada se va a poder hacer para que en la calle se note un cambio sustancial. Habrá que meter mano a la constitución, lo cual requiere además de tiempo, una holgada mayoría parlamentaria de las ¾ partes (cosa muy difícil de alcanzar, aunque no imposible).
Parafraseando las palabras de Winston Churchill cuando asumió el mando durante la II guerra mundial, quien pase a gobernar España en 2015, solo nos va a poder prometer: “sangre, sudor y lágrimas”.
Eso duele especialmente en este país, porque los españoles (en general) carecemos de visión de Estado. La prueba más clara la tenemos en la aplastante victoria del PP en 2011: muchos intuíamos lo que iba a pasar si gobernaba ese grupo de ineptos mangantes vestidos de partido político, pero la mayoría de votantes que le dieron su confianza, pensaron (equivocadamente) que iba a arreglar el país en unas semanas. No pensaron que estábamos ante una crisis mundial, ni pensaron en la inviabilidad de sus promesas (todas incumplidas, por cierto): infinidad de parados votaron esperando ver florecer puestos de trabajo, gente hipotecada votó pensando que la banca iba a resolver su situación (ha sido al revés), jubilados votaron para preservar su pensión, etc...
La volubilidad del electorado indeciso encierra no pocos peligros: en lugar de la esperanza y la ilusión, puede que el descontento y la desesperación lleven a muchos ciudadanos a votar Podemos, creyendo que va a arreglar el país en dos semanas.
Craso error: recuperar este país y devolver la dignidad a sus habitantes, va a costar mucho tiempo, esfuerzo, trabajo, implicación ciudadana y toneladas de paciencia. La tarea más dura será plantar cara al gran poder económico que hará lo imposible por torpedear cualquier intento de gestión que no siga las pautas que quiere que sigamos. Su poder es inmenso, y hará uso de él, no me cabe la menor duda.
También deberá entender el ciudadano que si encauzar esta sociedad por la senda de la honradez, pasa por tener políticos honestos y comprometidos, también pasa ineludiblemente por tener ciudadanos que den la talla, que participen, se comprometan y actúen con la misma honestidad que exigen a los cargos electos.
Ya no debe valer depositar el voto cada cuatro años, y esperar a que el concejal o diputado de turno robe menos que su predecesor. Habrá que participar en mejorar barrios, ciudades, comunidades autónomas, y por supuesto controlar a todos los cargos electos. Tenemos derecho a exigir que quienes gobiernan realicen su labor correctamente, pero no olvidemos nuestro compromiso con las generaciones futuras que no merecen heredar este estercolero, del cual también hemos sido,somos y seremos responsables.
Helio Yago.