Albert Camus el Nobel y el compromiso ético…
Albert Camus recibió el Nobel de Literatura apenas cumplidos los 40 años. Nació en Argelia, hijo de un modesto bracero agrícola que Albert no llegó a conocer ya que su padre murió a causa del impacto de un trozos de metralla recibido mientras servia a su país en 1914 (primera guerra mundial). La madre de Albert era (como toda la familia) analfabeta y además padecía una sordera crónica que la condenaba al silencio. Así que toda su vida se ganó el sustento limpiando casas…
En la casa donde nació y vivió Albert, no había un solo libro, ni agua corriente ni electricidad. Estaba ubicada en uno de los barrios más humildes de Oran. La dirección de la vivienda y la familia estaban en manos de la abuela que lo llevaba todo a toque de tambor. La buena mujer esperaba que ese enclenque nieto empezara a trabajar lo más pronto posible para aportar aunque solo fuera el magro salario de un modesto aprendiz.
Sin embargo Mr. Germain, maestro de escuela del joven Albert descubrió en su labor de maestro republicano, que el niño destacaba por su inquietud y gran predisposición al estudio. Por eso mismo, Albert fue siempre el primero de su clase. Mr. Germain se tomó la molestia de visitar más de una vez a la abuela hasta conseguir hacerla claudicar para que permitiera a Albert entrar en el instituto solicitando una beca en calidad de pobre y huertano de guerra.
Albert confesó que cuando tuvo que rellenar su solicitud donde tenía que indicar el empleo de su madre, sintió vergüenza, y luego, sintió vergüenza de haber sentido vergüenza del empleo de su madre a la que tanto quería.
Tras años de militancia, esfuerzos y múltiples publicaciones en periódicos obras de teatro y novelas: (El extranjero, la Peste, L’homme révolté, etc.), Albert recibió el anuncio de que había sido merecedor del premio Nobel de literatura, y no olvidó escribir una tierna carta de humilde agradecimiento a su viejo maestro Mr. Germain, que solía apodar "moustique" (mosquito) a su alumno por ser el más pequeño y enclenque de la clase. Dicha carta impregnada de humildad, recuerda al viejo maestro que ese Nobel es y será siempre obra de su tenacidad de maestro capaz de empujar a su alumno al estudio.
En los años 50 del siglo XX (momento del premio Nobel), Argelia está desgarrada por una terrible guerra de independencia. La derecha francesa, por supuesto, desea que siga siendo francesa. Mientras el FLN (Frente de Liberación Nacional) apoyado por la mayoría de la población nativa y por la izquierda intelectual francesa, lucha por la independencia argelina. Albert nacido en la que fue la Argelia francesa, manifiesta su apoyo al diálogo y el entendimiento entre ambas partes para evitar la ruptura. En un momento dado escribe: "Cada muerto aleja más la paz, y al final gane quien gane, lo hará sobre una fosa común llena de cadáveres de inocentes".
Se siente aterrado ante las atrocidades que se observan a diario, realizadas por ambos bandos: Mientras el FLN no duda en poner bombas en bares, tranvías y autobuses (matando así indiscriminadamente a miles de inocentes), el ejército francés y algunos milicianos paramilitares no dudan en torturar y asesinar a cualquier sospechoso de ser pro-independentista por muy inocente que resulte ser.
Tras el discurso de Albert en la recepción del Nobel algunos miembros del FLN le reprochan el no haber mencionado la lucha en Argelia, a lo que Camus responde: “Ponéis bombas a diario en los tranvías y mi madre viaja a diario en tranvía. Si esas bombas son lo que vosotros llamáis justicia, elijo a mi madre antes que a esa justicia.”
La frase está clara, pero basta con que un periodista “espabilado” y por supuesto, mal intencionado la manipule y publique: “Camus dice que ante el dilema de tener que elegir entre La Justicia y su Madre, elije a su Madre.” A partir de ahí le hacen el vacío mucha gente, aún a sabiendas que en secreto intenta y consigue librar de la pena de muerte a muchos terroristas del FLN, al tiempo que acusa y reprocha al estado francés de tolerar y alentar torturas y asesinatos en comisarías y cuarteles. Nadie le perdonará el NO haber querido elegir el campo de la comodidad ideológica que conduce siempre a deducir: estos son los buenos y los otros los malos. Camus tampoco elige la equidistancia no comprometida. Simplemente elige la empatía y vive siempre asentado en la eterna duda de lo que es o no justo.
Raphaël Ethoven, uno de los filósofos franceses más mediáticos del siglo XXI, explica precisamente, y hablando de Camus, que contrariamente a lo que se suele decir y pensar, la posición más aburguesada y complaciente, es la del supuesto revolucionario que elige por comodidad abrazar el conjunto de ideas de su partido (sea el que sea), articulando así un imaginario binario donde el mundo se divide en malos y buenos, donde por supuesto él está en el lado bueno.
Ayer noche, precisamente conseguí encontrar una versión moderna y actual de una representación de la obra de teatro “Los Justos”, escrita por Camus alrededor de los años 50. La acción se ubica en la rusia zarista donde un grupo de revolucionarios deciden matar al Archiduque (no queda muy claro quien es, aunque resulte ser una simple metáfora del Poder) con el fin de liberar a su patria de la opresión. El voluntario para tirar la bomba que supuestamente debe matar al tirano al paso de su carruaje, está encantado con el papel asignado, es un revolucionario convencido y dispuesto a dar su vida por la libertad de su país.
Pasa el tiempo, los camaradas están esperando oír explotar la bomba para empezar a festejar el fin de la tiranía, pero no explota nada y aparece en lágrimas el voluntario que confiesa: no he podido tirar la bomba porque el archiduque iba acompañado de dos niños y no puedo imaginar que una revolución que se hace en nombre de la Libertad del pueblo, deba empezar con el asesinato de dos niños inocentes.
Claro que el debate se inicia con diversos argumentos de todos los colores:
-Por no matar a 2 niños vas a condenar a miles de niños a morir de hambre debido a hambruna que provoca la opresión del poder contra el pueblo.
-No hay nada superior a la vida humana, etc.
Las eternas contradicciones que Camus llevará toda su vida a las espaldas son el fruto de la duda que aqueja a todo el que piensa con empatía y asume que tal vez el de enfrente también tiene sus razones para pensar lo que piensa y/o hacer lo que hace…
Sé que es mucho más sencillo dividir el mundo en buenos y malos, pero si el pensamiento de Camus está volviendo con más fuerza que nunca a la actualidad, será tal vez porque ante la cerrazón del pensamiento binario que nos rodea, la tercera vía que es la del razonamiento pensante atrae a cada vez más gente que no quiere ser parte de un rebaño, sea éste del color que sea…